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ICONOGRAFIA – TALLER INTENSIVO DE TEMPLE

El motivo del presente artículo se da gracias a la oportunidad de recibir a la maestra iconógrafa Luz del Cármen Blanco, quien asistió durante 2 semanas conmigo para un taller personalizado e intensivo de temple, en la búsqueda de ejecutar sus proyectos iconógraficos respetando y acercándose en la medida de lo posible a la técnica original bizantina.

La palabra ícono proviene de la raíz griega “eikon” que significa imagen o retrato. El surgimiento del ícono es marcado con la Natividad… donde lo invisible se hace visible, donde Dios adquiere un rostro humano, un rostro que también se manifiesta en el rostro de la madre de Dios y de todos los santos que están bañados por la luz divina.

Durante estos diez días de intenso trabajo con la maestra, hemos podido compartir experiencias y para mi ha sido muy refrescante el poder disfrutar y aprender acerca de su proceso pictórico, el cual no sólo es técnico sino que también tiene un fundamento espiritual profundo, en el cual ella a partir de la oración se conecta con la imagen a pintar:

“El ícono es resultado de una oración meditante, pacientemente creada por generaciones de pintores. Es fruto de una tradición, en vez de ser resultado de la intuición, impresión o abstracción individual. El inconógrafo es el instrumento a través del cual el trabajo es ejecutado, un trabajo que va más allá de lo individual. Ninguna evidencia del estado mental o sensual del artista debe ser evidenciado en la imagen. De hecho ni siquiera una firma personal es permitida para aparecer en el frente de un ícono. ” (Atelier Saint André. “aesthetic outlines” http://www.atelier-st-andre.net/en/pages/aesthetics/aesthetic_outlines.html#Anchor)

La belleza del ícono deriva precisamente de esta comunión del aspecto técnico con la contemplación. El objetivo de esta técnica es representar al retratado de una manera más espiritual, una imagen transfigurada por la gracia a través de un estilo muy estilizado sin perder elementos realistas, pero sin llegar al naturalismo, pues lo terrenal se convierte en espiritual. Es por eso que cuando observamos los detalles de un icono como pueden ser elementos de la naturaleza (rocas, plantas) o arquitectura, podemos percatarnos de que no son representados tal como los perciben nuestros ojos, sino que son plásmados de una forma más sútil menos pesados, donde la proporción naturista no tiene cabida, pues tales elementos pertenecen a una dimensión celestial.

También el aspecto técnico tiene un fundamento espiritual muy interesante que descubrí leyendo algunos ensayos sobre el tema y que tiene que ver acerca del porque el retrato o encarnación debe empezarse a partir de un fondo oscuro y dando luces en un proceso paulatino, aquí les comparte este breve texto:

“En la base del icono –escribe Florenskij- hay una experiencia de luz y el fin del icono

es reflejar la luz del Tabor.”5

“Para explicarlo nos vamos a detener en la técnica del pigmento al temple y en el lugar

de este modelo iconográfico en el aprendizaje de la técnica.

En primer lugar, la técnica consiste en la aplicación de las bases de los diferentes colores elegidos, témperas o pigmentos, que tienen el rol de ser los portadores de sentido. La aplicación se hace en el tono más oscuro. Sobre esta oscuridad el iconógrafo realizará una progresiva aclaración, ilumina

ndo capa sobre capa en una proporción determinada, aplicando cada vez el temple. La técnica va desde la sombra hacia la luz. Una vez iluminado el icono se aplican las líneas de vida en la carnadura: líneas de blanco en el rostro, manos y pies. La tarea final del artista consiste en plasmar la imagen humana yendo desde lo oscuro a lo claro, de la ignorancia a la sabiduría,manifestando con la técnica el destino del hombre que realiza en sí mismo la semejanza de Cristo.”


(ICONOGRAFÍA BIZANTINA EL LENGUAJE DE LA LUZ. Cecilia Inés Cibeira)

Fue en este punto donde en el proceso de enseñarle a Luz del Cármen la pintura al temple, que me di cuenta de que el sólo pintar el rostro resulta una especialización, ya que aunque parezca obvio o lógico decir, que poner las luces en un fondo oscuro pueda resultarl fácil, no lo es, hablando de la pintura al temple de huevo, ya que técnicamente no es posible agregar el color blanco de manera diecta pues opacaría de inmediato el fondo en lugar de dar luz. El proceso como lo dice el texto anterior debe ser progresivo usando el blanco con otro pigmento que en su caso de la iconografía por lo general es el ocre, y trabajar así hasta llegar a la luz.

De esta manera es que me tuve que avocar yo también a hacer algunos ejercicios de luz para entender el proceso, pues en mi caso la manera en que yo resuelvo mis pinturas al temple es diferente.

Solo me queda decir que la experiencia de estas dos semanas fue muy interesante y enriquecedora para ambas; aprendimos una de la otra y compartimos conocimientos.

Los invito a visitar el sitio de la maestra Luz del Cármen Blanco para que conozcan más de su trabajo y sobre icongrafia:

Para mayores informes sobre este taller:

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